Crece emprendimiento social con fines de lucro y surge primer fondo de inversión sectorial
Fuente: Diario Financiero
Carmen Mieres G.
En Chile, el 2,4% de la población económicamente activa de entre 18 y 64 años se declara como un emprendedor social, según el último informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM 2009), que dedicó un capítulo especial al tema dada la creciente importancia que está adquiriendo a nivel mundial.
Aproximarse a este sector no es tarea fácil pues de partida, no existe una definición universalmente aceptada sobre el concepto y no hay una política institucional al respecto ni tampoco cifras que describan la actividad. Quienes están involucrados en el tema dicen que es un sector que todavía prácticamente se define caso a caso y que la clave está en el énfasis del cumplimiento de objetivos sociales y/o medioambientales que tenga el emprendimiento para que sea definido como “social”, independiente a si persigue o no fines de lucro.
No obstante ello, existe consenso en que esta área está en crecimiento y que tanto el sector público como privado lo están mirando con atención. La creación del Fondo de Inversión Social (FIS), administrado por Claro y Asociados, que pretende invertir exclusivamente en emprendimientos sociales, y la llegada de Conrad von Igel (ligado desde hace años al tema), a la División de Innovación del Ministerio de Economía, muestran que el sector puede estar ad portas de un crecimiento importante.
“Estamos estudiando cómo incorporar este tema en el Ministerio porque es la industria del futuro. La pregunta es cuánto y cómo queremos intervenir para que despegue. A título personal -porque aún no hay una definición oficial-, creo que sería razonable pensar en que los instrumentos que hoy fomentan la innovación y el emprendimiento comercial, incluyan también el tema social”, plantea Von Igel.
En esa línea, el ex director de emprendimiento del Foro Innovación, ejemplifica que ya hay países (como Inglaterra) que, advirtiendo que este es un segmento económico distinto a los tradicionales, definieron una entidad o formas jurídicas propias para el sector.
“Quizás el Estado podría ayudar, mediante subsidios, a desarrollar una métrica que permita llegar a estandarizar las mediciones y eficiencias de este mercado”, opina.
Desarrollar una industria
Entre US$ 3 millones y US$ 5 millones de capital planea levantar el FIS, iniciativa inédita en Chile pero que ya existe en países desarrollados. Pretende apoyar con aproximadamente US$ 1 millón a cuatro o cinco emprendimientos de los sectores de microfinanzas, educación, salud, vivienda social y medioambiente, que tengan necesidad de financiamiento para crecer y ser autosustentables.
“El fondo, que es a 10 años plazo, busca una rentabilidad económica moderada (UF+2% anual) y un impacto social medido. Tenemos más del 50% del fondo levantado y estamos en pleno road show para buscar aportantes entre familias de alto patrimonio que tengan interés en invertir en proyectos con capacidad para generar un negocio, además de tener un impacto social”, explica María José Montero, de Claro y Asociados.
Con un mecanismo de inversión en base a deuda, la iniciativa ha logrado cerrar alianzas con LarrainVial, el Centro de Políticas Públicas de la UC, el Observatorio Social de la U. Alberto Hurtado, Fundación Avina, la Corporación Simón de Cirene, TechnoServe y el estudio Barros & Errázuriz.
“Queremos desarrollar una industria de fondos de inversión social. Por eso la idea es que este fondo demuestre, por un lado, que estos emprendimientos pueden acceder a financiamiento y responder y, por otro, que los inversionistas se den cuenta que pueden hacer aportes sociales enormes a través de una medición clara del proyecto”, acota Montero.
Fenómeno nuevo
Hace ya un tiempo que Chile tiene el firme propósito de convertirse en un país emprendedor e innovador. Las políticas públicas apuntan a fomentar este espíritu en el sector privado y el hecho de que el foco del FIS sean emprendimientos “con capacidad para generar un negocio”, apuntando también a que lleguen a ser autosustentables, no es menor si se consideran este objetivo y las caracterícticas que estos emprendimientos pueden ir alcanzando en Chile.
El GEM 2009 plantea cuatro categorías para estas organizaciones (ver infografía), dependiendo de cómo se financian y el peso que esto tiene en su estrategia de negocios. En ese sentido, sostiene que el 30% de la actividad emprendedora social en el país es desarrollada por entidades con fines primariamente de lucro. Categoría “en la que se espera observar un significativo crecimiento en los próximos años, permitiendo que ejemplos como MaipoSalud y Recycla, dejen de ser poco comunes”.
De hecho, la única categoría que muestra diferencias sustanciales con el resto de los países es la de los emprendimientos sin fines de lucro: en Chile, casi ninguno se declara como ONG y en cambio hay una mayor proporción de emprendimientos sociales innovadores. Un fenómeno nuevo a juicio de Juan Francisco Lecaros, presidente de la Corporación Simón de Cirene.
“Se están observando dos tendencias: que el emprendimiento social está creciendo con independencia del Estado, por una mayor conciencia de la sociedad de resolver por ella misma sus problemas, y existe una mayor búsqueda de fórmulas de sustentabilidad con formas innovadoras de gestión o de modelos de negocio”, acota.
De hecho, aunque el estudio del GEM no establece una relación directa entre nivel de innovación de un país y su volumen de empresas sociales, “se puede decir que a mayor cultura emprendedora, es posible encontrar más emprendimientos con fines de lucro pero con un objetivo social. Porque a medida que los negocios se sofistican, esta veta social surge de manera más “espontánea”, explica José Ernesto Amorós, coordinador del GEM Chile y director del Global Entrepreneurship Research Center de la Universidad del Desarrollo.
A juicio de Von Igel, para que una industria pueda surgir debe tener características asociadas al mundo privado, las que básicamente se reducen a generar utilidades más allá de quién o qué es el destinatario. Eso, dice, es lo que financia el crecimiento y por eso el concepto de generar ingresos propios (y rentabilidad), es clave.
“Actualmente hay mucha gente que quiere emprender y que tiene una vocación social más fuerte que en generaciones anteriores. Y eso puede estar relacionado con que Chile llegó a cierto nivel de madurez, a nuestro nivel de PIB y a que somos una sociedad globalizada y abierta a las tendencias mundiales”, sostiene Von Igel.
Recuadro :
A mayor cultura emprendedora, es posible encontrar más emprendimientos con fines de lucro pero con un objetivo social En esa línea se desarrollaría el sector en Chile.